Mía ¿3?
Navidad
con un estampador y un
insoportable
María Border
Relato corto
María
Border
Ciudad
Autónoma de Buenos Aires — Argentina
Año
2014
Única
edición para el blog.
DNDA
Nº 5209011
©Todos
los derechos reservados.
A las lectoras que disfrutaron con
la lectura de los Mía.
Y…, a KiaBen, por su perseverancia
y paciencia.
-*-
1
¿No se terminaba con la frutillita
del postre?
—Ochenta
millones de regalos empresariales —se quejó Rebeca en voz alta—, ¿qué creen que
es mi oficina? No puedo ni caminar entre tantas cosas desparramadas.
—Adelgace
—le sugirió Santiago desde su despacho—. Hasta ahora las secretarias entraban
perfectamente en el lugar.
El
ruido a cristales de botellas estrellándose contra el piso se dejó oír aun en
planta baja.
—Ups
—se lamentó Rebeca—, se me cayó. Espero que no fuera demasiado caro el
champagne que contenían. Afortunadamente no me lastimé.
Franco
se acercó a ella, recostándose en el marco de la puerta y con las manos en los
bolsillos:
—¡Qué
cagada, muñecota!, justo era nuestro regalito para vos. En fin. Tal vez el año
que viene tengas más suerte.
—Un
estudio jurídico serio —lo atacó la empleada— obsequia en Navidad a sus
patrocinados, lapiceras, pisapapeles, calendarios. No botellitas de champagne
que encima pesan un montón.
—No
te confundas —la corrigió Santiago—, el champagne era para vos. Intentamos
emborracharte a ver si se te quita lo amarga. Para nuestros clientes compramos en
el sex shop. ¿No te habías dado
cuenta que estabas envolviendo consolad…
—¡BASTA!
—lo interrumpió— Ustedes dos, son lo menos profesional que conocí en mi vida.
—Y
nos adorás —dijo Franco acortando la distancia y rodeándola con los brazos por la
cintura—. Trajimos a tu vida un rayo de luz que te dibuja una sonrisa cada
mañana cuando venís hacia el estudio.
Santiago
no se quedó atrás. En pocos segundos, la secretaria se encontró siendo el jamón
del emparedado Salerno-Albarracín.
—Se
puso un perfume nuevo —comentó Santiago a Franco.
—Creo
que está yendo al gimnasio, está más firme.
—Tienen
una décima de segundo para soltarme —los amenazó.
—¿Cuánto
hacés en una décima de segundo, Santiago?
—Tres
gemidos mínimo. ¿Vos?
—No
te digo que un orgasmo, porque me gusta regalarles más tiempo. Pero casi.
—¡YA!
—amenazó Manuel Salerno—. Suelten a la señora Rebeca.
—Las
cámaras —aclaró Albarracín a Franco señalándolas, en tanto liberaban a su
presa.
—Señor
Salerno, o los pone en su sitio, o renuncio. Estoy cansada de…
—De
acuerdo —la tranquilizó el jefe—, no se altere. Ya los conoce. Son dos nenes
jugando a ser grandes. Tíreles de las orejas, póngalos en el rincón, y mañana se
portarán mejor.
—Que
conste que ayer nos sirvió el café con laxante —se quejó Franco.
—Y
el viernes me escondió los cigarrillos —agregó Santiago de mal humor.
—Usted
—señaló la mujer al último—, fuma demasiado y me convierte en fumadora pasiva.
—Muñecota
—interrumpió el hijo del dueño—, te juro que todas las mañanas voy al baño como
relojito.
—Se
acercan las fiestas de fin de año y hay que depurar espíritu y cuerpo —se
defendió Rebeca.
—Todo
el mundo a trabajar —ordenó Manuel y regresó a su piso murmurando que
finalmente los tres eran iguales.
Franco
siguió a Santiago al despacho de éste.
—No
quiero sumar mala onda, pero la muñecota tiene razón, te estás pasando con el
faso.
—¿Vivís
en mi casa? No, no vivís en mi casa.
—¿Quilombo?
—Ana
está celosa, los mellizos le dan mucho trabajo a Miranda.
—Comprendo
—aceptó sentándose frente a él y poniendo los pies sobre el reluciente
escritorio de cristal.
—No
comprendés un carajo.
—Te
entiendo a la perfección. Lo mismo pasó cuando nació Anita.
—¡Nada
que ver! Ana era una sola. Ahora son tres. ¡TRES!
—Pasó
lo mismo —insistió.
—Franco,
en cuanto nazca tu nenita, vas a darte cuenta de cómo son las cosas.
—Sé
cómo son. Cuarenta días de franela y después codazo. No me la cuentes. Tenés
que ser más imaginativo, macho —aconsejó—, me extraña de vos.
—¿Perdón?
—Miranda
está en cuarentena, ergo… no culea, ergo estás que explotás viendo a tu minón
caminar frente a vos y sin poder meterte en ella.
—Sos
un burro. Ya lo intuía, pero hoy lo confirmo. Hay otras cosas que se pueden
hacer sin romper la cuarentena, imberbe.
—Pero
no es lo mismo.
—Sirven
para ir tirando. Ese no es el tema. El tema es otro.
—Contale
a papá Franco.
—Ayer
llegué a casa cansado de pasarme todo el día en Tribunales, Miranda ya había
dormido a los mellizos y se me ocurrió sentarme en el living a ver el resumen
de deportes.
—Te
sigo.
—Ana
estaba muy tranquila dibujando sobre la mesa del comedor. Quise mirar qué la
tenía tan concentrada y me quedé helado.
—Tu
nena dibuja de primera.
—Demasiado.
Decí que Miranda vive tirándome data y pude respirar hondo e ir a hablar con
ella antes.
—¿Antes
de qué?
—De
internar a mi hija pupila en un colegio de monjas.
—¿Estás
mamado?
—La…
nena, dibujó a un compañerito de jardín, rodeado de un millón de corazones.
—¿Y?
—¡¿Cómo
que “y”?!
—Santiago,
Anita es muy dulce, se ve que le tiene cariño a ese nene.
—MI
NENA, no tiene que tenerle cariño a ningún depravado. Ella es de su papá hasta
que tenga treinta… o cuarenta años. Se nos va de las manos, Franco —comentó
apenado—, con los mellizos no tenemos tiempo para mirarla de cerca y se nos va
de las manos.
-*-
2
¿Cuántos Mía son al final?
Adriana,
con los brazos cruzados intentaba mantener el gesto de enojo frente a su hijo,
para cuando Franco llegó a la casa.
Tan
solo con ver el panorama, ya supo que Nahuel se había mandado otra de las
suyas.
—¿Nombre
del acusado? —preguntó dejando el saco sobre el respaldo de una silla.
—Nahuel
Salerno —respondió Adriana.
—¿Cargos?
—Dos
ventanales rotos por jugar a la pelota en el colegio.
—¿Lugar
exacto en que ocurrieron los hechos? —continuó, tomando asiento y juntando
ambas manos sobre la mesa.
—El
aula de música.
—¿Cómplices?
—Sergio
—confirmó Adriana.
—De
la investigación, el magistrado deduce que el imputado pateó y el tal Sergio no
atajó.
Adriana
dejó caer los brazos a los lados del cuerpo. Nuevamente, padre e hijo,
encontraban la salida para evitar un castigo. Se limitó a escuchar el
veredicto.
—Visto
y considerando que en la audiencia no se encuentra presente el cómplice,
remitiré mi sentencia al imputado. Una clase más a la semana en la escuelita de
fútbol, para ajustar la dirección de los penales.
Nahuel
zapateó contento.
—No
he terminado —le advirtió muy serio, antes de agregar—: Y las costas de
reposición de vidrios y colocación, que serán deducidos de la alcancía del
imputado; más una disculpa formal a la autoridad del aula y del centro
educativo.
—La
fiscalía descansa —decretó Adriana—. Vayan a lavarse las manos que en un rato
sirvo la cena.
Franco
arremolinó el cabello de su hijo y siguió a su mujer hasta la cocina.
—¿Dos
vidrios? Vamos a tener que hacer algo con él.
—No
me jodas, Salerno. Tu castigo es una burla a mi inteligencia. Si lo apañás no
puedo educarlo.
—Hay
que educarlo. No puede errar dos penales de esa manera a su edad. Tenés razón,
creo que estuve muy blando, no sé si con una clase más a la semana será
suficiente.
Finalmente
ser rio
con ganas y Franco la abarcó con sus brazos, intentando rodearle la cintura
casi inexistente producto del avanzado embarazo.
—Si
este nos salió así, no quiero ni pensar cuando nazca la nena.
—Ahí
sí que será jodido. De educarla a ella te encargás vos. Las nenas con las
nenas, y los nenes nos acercamos a ustedes para dejarlas bien satisfechas.
—¿De
la educación de ella puedo ocuparme solita?
Achicando
los ojos, la miró:
—Cuidado,
doctora. Con los genes de la madre ya será suficiente, no la incentive desde
ahora.
—Estaba
pensando —comentó girando y colgándose de su cuello—, en los cursos pre parto
dicen que todo lo que la madre siente repercute en el bebé. Tal vez sea por eso
que vivo yendo al colegio a disculparme porque Nahuel le da picos a las nenas.
—Le
da picos a las nenas porque es hijo mío.
—Ella
también es hija tuya.
Apoyó
su anatomía en el borde de la mesa de la cocina, separando las piernas para
encerrar a su mujer dentro de ellas.
—Doctora,
hora de darle clases extra a Rocío. No quiero que ningún gil de cuarta la tome
desprevenida.
—Eso
es jugada peligrosa —advirtió Nahuel ingresando al lugar.
—No
estamos en la cancha —comentó Adriana.
—Cierto,
estamos en mi juicio y el juez está apretando a la fiscal. Hagamos un trato
—propuso el niño—, dejemos todo en una clase más de fútbol y de las costas se
ocupan ustedes.
—¡Hijo
de tigre!
—¿Podrías
explicarme qué estás haciendo? —preguntó Miranda desde la puerta, viendo cómo
su marido tiraba golpes al aire teniendo como público a dos bebés sentaditos en
sus respectivos bebesit.
—Los
estoy entrenando —contestó muy seguro.
—Entrenando
—repitió confundida.
—Miranda
—comentó tirando de la mano de ella y sentándola en su falda—, los mellizos y
yo tenemos que estar en forma. Somos los guardianes de Ana. La nena desatará
fieras y debemos estar alertas. Ya es bastante complicado que sean más chiquitos,
no podemos dar más ventaja.
—Mi
querido doctor, cuando una mujer gusta de un hombre, no hay guardianes que la
frenen. Mire usted, si no, lo poco que lograron mis hermanos conmigo.
—Ya
me la veo venir. Va a ser un minón infernal como vos y encima voy a entender a
los tipos cuando la miren. Si termino borracho y tirado en los callejones, ya
sabés porqué es.
—Se
va a enamorar de un hombre hermoso —intentó para tranquilizarlo—, sexy, dulce y
cariñoso, que la va a llenar de amor y la estampará contra todas las paredes…
—¡Te
lo ruego! —le suplicó cerrando los ojos—, no vuelvas a repetir algo así delante
de mí. Y…, otra cosa, hay que sacar a Anita de sus clases de dibujo, lo hace
demasiado bien.
-*-
3
¡Pobre Rebeca, lo que tiene que
aguantar!
—Señora
Adriana —saludó feliz de recibirla, Rebeca—. ¡Qué alegría verla por acá!
Pensaba llamarla en la noche para desearle feliz Navidad.
—Buen
día, Rebeca —respondió abrazándola como pudo e intercambiando sinceros besos en
la mejilla— Preferí venir a saludarla en persona. ¿Se encuentra mi marido?
—Sí,
señora; en su despacho. Como hoy es Nochebuena y mañana no se trabaja, está muy
atareado. Pase tranquila que está solo.
La
síndica frenó su ingreso en la puerta misma del despacho de Franco, al verlo
apoyado sobre el escritorio con un pie en el piso, la cabeza ladeada y una
amplia sonrisa de bienvenida en los labios.
—¿Me
buscabas? Me encontraste. Decidí dónde me querés.
—Sentate,
Salerno. Vengo a negociar.
Desconcertado,
la besó en los labios, le acomodó la silla para que estuviera cómoda y regresó
a su sillón frente a ella:
—Usted
dirá, doctora.
Adriana
abrió su bolso y extrajo una carpeta que dejó frente a él.
—Próximamente
deberé ser ingresada para dar a luz a Rocío. Como no quiero volver a soportar
los hechos acaecidos en el parto de Nahuel, quiero que estampes tu firma en ese
contrato y lo cumplas.
—No
puedo parir por vos, Adriana. ¡Gracias a Dios soy hombrecito! Yo pongo y vos
sacás.
—Doctor,
no se adelante a los hechos. Lea, que vine dispuesta a negociar. Pero tengo límites.
Sépalo.
Franco
abrió la carpeta y le siguió el juego, leyendo.
—¡De
ninguna manera! No pienso quedarme afuera de la sala de partos.
—¿No?
—consultó Adriana.
—¡No!
—Perfecto,
entonces aceptá las indicaciones de cómo tendrás que comportarte adentro.
Franco
bufó molesto.
—Sos
una exagerada —la acusó—, no le hice un sumario administrativo al anestesista
ni lo amenacé.
—Cito,
“como te equivoques de dosis, te quedás sin huevos”.
—Eso
fue una advertencia para que hiciera bien su trabajo, no una amenaza.
—Esta
vez no le adviertas nada. Seguí leyendo.
Lo
hizo, con el gesto ceñudo y pasándose el pulgar por la cuidada barbita.
—¿Qué
carajo te importan los semáforos en rojo que pasé llevándote a la clínica, si las
multas no las pagaste vos?
—Es
por mi seguridad personal y la del bebé. Esa vez tuvimos suerte de que era de
noche y no había nadie en la calle para cruzarse en nuestro camino.
—Te
retorcías de dolor con las contracciones y lo único que yo podía hacer era
llevarte rápido para que te las calmaran.
—Dejá
de meter hijos adentro mío y vas a ver que no me retuerzo.
—Me
gusta que te retuerzas, pero por otras cosas —sonrió.
—Algo
más, fuera de tema, pero me hiciste acordar.
—Decime.
—Ayer
me dejaste dos rosetones rojos en el trasero. Calmate un poco que no quiero que
todo el mundo me vea marcada.
—Si
no veo la evidencia —comentó—, no puedo asumir los cargos.
—Los
tengo, Salerno, te lo aseguro.
—Oíme,
Adriana. Todos los que te ayuden a parir, saben lo que pasa entre un hombre y
una mujer. Las marcas nos juegan a favor. ¿Entendés?
—No.
Debo estar lenta porque no entiendo en qué nos beneficiamos.
—Estarán
todos bien predispuestos de entrada, con buen humor, y querrán terminar rápido
para ir a esconderse en algún cuartucho y darse un revolcón. Eso libera
dopamina y nuestra hija nacerá en un ambiente agradable. Los médicos tendrán
tema de conversación cuando terminen y las enfermeras sabrán que sos una mina
muy bien atendida. Todo cierra a nuestro favor.
—Buen
punto. Te disculpo de esa, pero no del resto. Como no firmes y cumplas lo que
estipulé en el contrato, no entrás a la sala de partos.
—Dijiste
que venías a negociar. Negociemos. No voy a decirle cómo hacer su trabajo al
anestesista, no voy a pedirle al obstetra el número de matrícula cuando te haga
la episiotomía, ni le exigiré explicaciones al neonatólogo cuando le realice el
Apgar a Rocío. Pero…
—Sin
peros, Salerno.
—Se
trata de negociar —aseguró apoyando la carpeta sobre el escritorio.
—Ok,
veamos con qué me salís ahora.
—Cualquier
cosa rara que sientas desde que entremos, me avisás.
—Hecho.
—Cualquier
imprevisto, quedo facultado para solicitar refuerzo médico dentro y fuera de la
clínica.
—No
habrá imprevistos. Las mujeres parimos desde que el mundo es mundo.
—Quedo
facultado o no firmo.
—Dale,
está bien —dijo resignada.
—Tercero,
a Rocío la llevo yo a la camilla para el Apgar y no me muevo de ahí mientras la
estrujan toda. Como se les vaya la mano, tengo derecho a darle una piña al
bestia que le toque como neonatólogo.
—Siempre
y cuando exista un adulto responsable que vigile que a la nena no le ocurra
nada mientras vos le pegás al médico, te defienda tu padre en el juicio que te
hará el tipo, y tengas guita para afrontar la indemnización.
—Olvidate,
de eso me encargo con gusto.
—Firmá,
Salerno, hace media hora que me esperan en la clínica, estoy con cuatro de
dilatación y ya me duele lo suficiente.
—¿Estás
loca? ¿Cómo que cuatro de dilatación? No estás en fecha. ¿Por qué estás en
trabajo de parto? —desesperado atropelló cada pregunta, levantándose de su
asiento y ayudando a su esposa.
—Hay
quien dice que a las mujeres muy estimuladas, las contracciones producidas por
los orgasmos pueden adelantarles el parto.
—¿Y
por qué yo no estaba al tanto de eso?
—Son
habladurías. No les hagas caso.
La
sala de espera frente al quirófano, era un mundo de gente.
Manuel
Salerno hablaba por el celular con su esposa, indicándole la mejor ruta para
llegar hasta la clínica. Rebeca aprendía a jugar Pokemon en el dispositivo de Nahuel, bajo las enseñanzas de éste.
Miranda mecía el cochecito donde los mellizos dormían con tranquilidad, en
tanto Santiago le mostraba a Anita los bebés recién nacidos, detrás el cristal
de la nurserie.
—Papi
—dijo la niña—, ¿el señor que habla con la abu es mi abuelo?
Los
huesos exigidos y retorcidos con violencia del cuello de Albarracín, crujieron
cuando giró para ver lo que le marcaba su hija.
Clara,
recostada contra una pared, sonreía con demasiada simpatía a un supuesto médico
entrado en canas, que apoyaba una mano a pocos centímetros de la cara de ella.
Depositó
a Anita en el piso junto a Miranda y comenzó a extender una pierna en dirección
a la pareja, cuando la cálida mano de su esposa lo retuvo.
—Santi,
relajate.
—¡Se
está tranzando a mi vieja!
—Respirá
hondo, mi amor. Mirame —le indicó tomando la cara de él entre sus manos y
ayudándolo a lograrlo.
—¿Quién
es?
—Un
hombre. Es un hombre muy apuesto que descubrió que tu mamá es una señora muy
atractiva.
—Miranda…
—Y
como vos querés lo mejor para tu mamá, y sabés que ella es mayor y sabe lo que
hace; vas a quedarte conmigo, vas a respirar hondo y no vas a meter tu naricita
sexy donde no la llaman.
—Es
mi vieja.
—Sí,
pero en este momento es una mujer. Dejala vivir tranquila. Ya los crio, es hora
de que disfrute ella también.
Santiago
cerró los ojos con fuerza:
—Todas
ustedes van a matarme. Estoy seguro, van a terminar conmigo.
—Te
amo —dijo besándolo con pasión, sin importarle quién los viera.
La
puerta del quirófano se abrió permitiendo que una enfermera les trajera la
buena noticia. Rocío Salerno estaba en el mundo y, a pesar de ser prematura,
gozaba de buena salud.
—¡Es
bellísima! —dijo Manuel sosteniendo a su nieta en brazos.
—El
tío Santiago dijo que me va a dar clases —comentó Nahuel algo preocupado frente
a su hermana.
—¿Clases
de qué? —preguntó Miranda.
—Es
un tema privado —interpuso Santiago—, entre hombres.
—Te
ruego que no sumes a Nahuel a tu locura del entrenamiento de guardianes de
hermanas —le susurró en su oído la esposa.
—Y
yo te rogué que no le des alas a mi vieja con el canoso —respondió—. ¿Me diste
bola?
—Mi
vida —dijo mimosa—, soy tan feliz y estoy tan completa siendo tu mujer, que
quiero que todas gocen como yo. No hay dos Santiagos en el mundo, y al único que
existe lo tengo yo; pero tal vez hay un compañero que le alegre los días a mi
suegra y no quiero que se pierda de eso porque el hijo es un egoísta.
—No
soy egoísta; la cuido.
—Te
prometo una cosa —insistió pasándole la nariz por el cuello y encendiéndolo
públicamente—, ante el primer atisbo de que tu madre esté sufriendo, te aviso y
practicás boxeo en vivo y en directo. Pero entre tanto, dejala vivir la ilusión
que le vemos reflejada hoy en la cara. Nuestros hijos no tienen la figura de un
abuelo y ese señor me parece que no tiene nietos.
—Vos
ya sabías de esto. Vos ya estabas enterada desde antes. A mí no me engañás. Si
ponés tanto énfasis es porque ya lo sabías.
—Santiago,
¿te diste cuenta que hoy es Nochebuena?
—No
me cambies de tema.
—Hoy
es Nochebuena y se termina la cuarentena.
Respiró
hondo al mismo tiempo que descubrió el apuro que le tironeaba desde el pantalón:
—Vamos
a dejarlos solos —propuso Santiago al resto—. Seguro que Adriana está agotada y
Rocío es prematura, no le conviene tener a tanta gente tirando virus a su
alrededor.
—Sí
—aceptó Clara—, Santi tiene razón. Además, en casa tenemos todo listo para
festejar y Gabriela nos está esperando.
—Mami,
estoy muy cansado, cenamos, los nenes abren los regalitos, te los dejo en tu
casa así mañana no los despertamos temprano, y Miranda y yo nos vamos.
Clara
entrecerró los ojos; ayudándose con los dedos hizo cuentas antes de responder:
—Por
supuesto, hijo. No madruguen demasiado que mañana almorzamos tarde.
«Esa
es mi vieja», la bendijo Santiago con el pensamiento.
Nahuel
no quiso separarse de sus padres ni de su hermana esa noche, y dormía
plácidamente aferrado a una pelota y la caja de su primera notebook. Rocío descansaba
plácidamente sobre el pecho de Adriana cuya cabeza reposaba en el de Franco.
Maravillado
con la piel de su hija, él no dejaba de acariciarle la espalda con la yema de
los dedos, en tanto con la otra mano recorría el largo del cabello de su mujer.
—Desde
que tengo memoria, fui ubicada en el papel de quien trajo la desgracia a la
familia. Por mucho que cargué sobre mis hombros la necesidad de ser perfecta,
nadie reparó en mí o en mis logros. Crecí desconfiando hasta de mi sombra y
jamás descansaba tranquila. En determinado momento descubrí que lo único real
que tenía era mi profesión y me olvidé de la mujer. Me perdí entre números y
apercibimientos, donde los espejos no fueron importantes hasta que me vi en tus
ojos. Tus ojos, Franco, son de una pureza maravillosa que gracias a Dios
heredaron nuestros hijos. Todo se refleja en ellos y ahí me encontré. Para vos
fui bonita, para vos fui la mejor, y ya nada importó. Borraste todas las
angustias, todos los desplantes. Vos, y tu caradurismo se hicieron
imprescindibles para mí. —Sonrió, antes de confesarle— Aprovechame, Salerno,
hoy estoy con las defensas bajas porque acabo de parir y es probable que siga bajo
los efectos de la anestesia.
—Pensé
que era el espíritu navideño que te había pegado fuerte, pero seguí, seguí que
no me molesta. Halagame que me lo merezco.
Le
entregó un codazo con cuidado de no despertar a la beba, antes de continuar:
—Cada
noche, cuando por fin me entrego al sueño, recorro con la mente nuestra casa.
Nahuel duerme siendo un nene feliz; atorrante y divertido, pero con un corazón
enorme. En mi cama estás vos pegado a mí, respirando en mi nuca y
acariciándome. Jamás te dormís antes que yo, como si fueras el guardián de mi
descanso, y en la mañana ya estás despierto cuando abro los ojos para darme el
beso de los buenos días.
—El
beso, y el polvazo que te deje bien satisfecha para el resto de la jornada.
—Sí
—admitió—, tus despertares son bien apreciados por mí. ¿Te das cuenta lo feliz
que soy? La vida me regala cada día un motivo más para gritar a los cuatro
vientos que hay que luchar, que jamás deben bajarse los brazos, que quienes nos
despreciaron no supieron vernos, y que nos espera un paraíso si sabemos luchar
por conseguirlo. Y mi paraíso son ustedes y la vida que construimos.
Rodeó
a madre e hija con sus brazos acunándolas, besó a Adriana en la coronilla para
evitar que viera las lágrimas que amenazaron con escapar.
—Soy
un tipo exigente, lo sabés. Encontré a la mejor y como es obvio, me la quedé.
Me das trabajo, no lo niego, tiene que llegar Navidad para que te sinceres;
decí que soy un hombre que sabe reconocer sus virtudes y no necesito que me las
recuerden constantemente. Pero comprendí algo, ahora que soy un caballero asentado
—agregó con una mueca burlona al decirlo, para luego ponerse serio haciendo que
girara la cabeza para que lo mirara a los ojos—, lo que entra en mi corazón no
puede salir de ahí nunca. No hay puerta de escape, se queda, ¿me entendés? Y
como a cualquier parte mía, la cuido. Trato de que esté cómoda, que no le falte
nada, que sepa que está segura. Ya te digo, sos parte mía y yo me amo. Ustedes
tres están en mi corazón, si algo los hace sufrir, me convierto en un
troglodita dispuesto a que el culpable la pague. La desdicha que viviste con
los que no supieron verte, te permite reconocer cuánto te disfrutamos aquellos
que hoy estamos a tu lado. Si guardo tu descanso, es porque sos fundamental
para mí. Miralo a Nahuel, mirala a Rocío, miranos a nosotros cuando hacemos el
amor, somos tan palpables, tan reales, que quien no pueda entender que la
felicidad existe, es un necio. Y, señora, ni vos ni yo somos necios. Jodidos,
orgullosos, peleadores, sexys, todo lo que quieras, pero no somos necios.
—En
mi estante de muñecos sólo estás vos, Salerno.
—Mi
currículum sólo dice… Adriana.
Fin,
definitivo y real.
Concluyente, terminante e
inalterable. ¿Cachan?
-*-
Aclaración
y agradecimientos
Este es mi regalo de
Navidad para las lectoras que disfrutaron leyendo los Mía. Un poquito más de
Santiago y Franco, con la intención de sacarles una nueva sonrisa.
La señora KiaBen fue quien impulsó esta
loca idea y, por hacerme trabajar, debió supervisar el relato antes de que lo
pusiera a vuestra disposición.
Quiera Dios que en sus mesas esta noche,
haya muchos ojitos sinceros entregándoles amor. Quiera Dios que formen parte de
los corazones de mucha gente, y que tengan otros tantos para acunar. Si todavía
no es así, no bajen los brazos. Al igual que a Adriana, el futuro las
recompensará.
¡Feliz Navidad para todas!
María Border
Gracias por hacerme feliz...como te dije vamos x mas!!!!!! gracias desde Mia...gracias por personajes tan tiernos como Salerno padre del cual tengo un enamoramiento que nadie entiende,menos Rebeca
ResponderEliminarAndrea, muchas gracias por leer. Gracias siempre a vos y al Blog del Pantano de Fiona, por la compañía y el aliento. Felices fiestas.
EliminarMe encantooooo!!!! Me hizo reir y emocionar!!!! Muchas gracias Maria por tan preciosos regalo!!! gracias Kiaben por insistir. Franco sigue siendo mi preferido. Muy feliz Navidad para todos!!
ResponderEliminarMarcela, gracias por leer.
EliminarFelices fiestas, te mando un beso.
Qué relato de los Mías!! Hermoso, me hiciste reír muchísimo y llorar, con estos dos caraduras geniales, que con familia y todo no han perdido su esencia. Gracias a Vivi por la idea y otras a vos por permitirnos conocer algo más de ellos y estarán siempre en nuestros corazones, recordándolos. Mil gracias por este regalo.
ResponderEliminarPatricia, querida, gracias siempre a vos por tanta compañía. Felices fiestas.
EliminarNo dejas nunca, nunca de sorprenderme.
ResponderEliminarEmpecé con carcajadas y terminé con lágrimas de emoción.
Me encantó, es poco decir.
Franco y Adriana nos dejaron ver su corazón y a la vez nos dejaron un hermoso mensaje <3
Gracias, gracias, gracias y ¡Felicitaciones por tan lindo regalo!
Valeria, colega querida, gracias por leer. Gracias por la compañía. Felices fiestas.
EliminarQue puedo decir que no te hayan dicho,excelente como siempre,sabes que siempre es un placer leerte y la verdad que este regalito que nos has hecho ha colmado todas mis expectativas. Mi preferido es Franco pero estos amigos logran complementarse en su totalidad,tan parecidos y distintos a la vez. Estoy mas que feliz y emocionada,podría seguir leyendo de ellos eternamente,no me cansaría,me hacen reír,me enamoran y hoy con ese final he derramado un par de lagrimas. Hace un año creí sin dudas que Mía 2 era el mejor regalo,hoy lo vuelvo afirmar y este relato es inmejorable. Gracias por tomarte el tiempo de poner en un par de lineas un apreciado regalo que guardare por siempre en mi corazón. FRANCO FOREVER MIO!!!
ResponderEliminarViviana, este relato surgió de tu idea, de tu cariño por la historia. Gracias por proponer que lo escribiera. Gracias siempre por estar ahí, del otro lado, no solamente leyendo. Te mando un beso enorme, felices fiestas.
EliminarMe encantó esos chicos me tienen enamorada Dios mio!!!! Felicidades!!!!
ResponderEliminarGracias por leer Lourdes. Felices fiestas.
EliminarSiempre es un placer leer tu trabajo Maria.
ResponderEliminarMil gracias por tu generosidad y cariño.
Eres grande Maria!!
Un beso.
Mil gracias Claudia, mi querida maga. Me alegra que te agradara. Felices fiestas.
EliminarPrecioso como siempre Border!!! Ya sabia que iba a gustarme antes de leerlo!.... Gracias por tu regalo de Navidad y gracias por estar siempre!! Muchas felicidades para vos y la familia!! Te quiero amiga!! Besototes!!
ResponderEliminarPrecioso como siempre Border!!! Ya sabia que iba a gustarme antes de leerlo!.... Gracias por tu regalo de Navidad y gracias por estar siempre!! Muchas felicidades para vos y la familia!! Te quiero amiga!! Besototes!!
ResponderEliminarCris, una de mis adoradas lectoras cero, gracias a vos por leer, por acompañarme, por estar ahí. Felices fiestas para vos y tu querida familia. Te quiero, amiga.
EliminarMe encanto !!!! No me canso de leer a Santiago y a Franco !!! Son de mis preferidos porque fueron los primeros que me llevaron a conocerte. Me encanta las familias que se fueron formando y yo creo que quizás , en algún momento o en un futuro lejano o si te vuelven a convencer ,no pierdo las esperanzas de seguir leyendo mas sobre ellos ;) jajajajaja .
ResponderEliminarPobre Rebeca lo que tiene que soportar , yo estaría chocha con esos bombonazos . Pobre Santiago todo lo que va a sufrir con sus mujeres !!!
Gracias por regalarnos estas lineas y por sacarme siempre una sonrisa . La reflexión final en tan cierta <3 ... Maria espero que vos y tus lectoras estén en muchos corazones !!!
Gracias totales y felices fiestas para todas !!!
Gracias por leer Mary, gracias por la compañía. Felices fiestas para vos y los tuyos.
EliminarEnhorabuena y gracias María!
ResponderEliminarHa sido una pasada poder volver a ver a Franco y Santiago en acción, provocando risas, suspiros y alguna que otra lagrimilla.
Muchas gracias por este regalo, no me cansaré de decirlo... "SOS GRANDE"
Macarena, bonita, gracias por acompañarme desde tu tierra preciosa. Felices fiestas para vos y los tuyos y un besito a Triana
EliminarMe encantó! Que maravilloso regalo de navidad saber de todos ellos en un momento tan dulce...Gracias María!!!
ResponderEliminarSiempre gracias a vos por tu cariño Silvia. Feliz navidad.
EliminarMaria gracias por regalarnos un poquito mas de esta historia. Me encantó y me divertí mucho. Te deseo que pases unas maravillosas fiestas junto a tus seres queridos. Y ojala comiences el año con mucha alegria, paz, amor y salud!....
ResponderEliminarMil gracias, Mariela. Muchas felicidades para vos y los tuyos.
EliminarComo Rebeca, también estoy en la oficina, nada más que a diferencia de ella, aún mis jefezuelos no llegaron por lo que me dio el tiempo para leer el final, el último final. Un hermoso broche para rematar esta historia de las "Mía", (confieso que cuando empecé a leer pensé que esta vez le tocaba el turno a Rebeca y ya me la veía en el gym, y en un diván de Gabriel Rolón y entonces se volvía súper simpática y positiva, y entonces ¡se le daba! Sé que es el fin, pero... la historia de Rebeca... ¿no sería posible? No, es broma. Te deseo lo mejor en estas fiestas, María, te mando un gran abrazo desde ...¡mi oficina!... pero por un rato nada más... porque hoy trabajamos cuatro horas y ya está por haber pasado una. Luego, tendré mi primer Nochebuena con arbolito, y regalos, estoy emocionada, porque es mi primera vez. ¡FELICIDADES! Anna.
ResponderEliminarJaja Anna, no me pongas nerviosa que hoy es Navidad. Felices fiestas y ojalá te rodee mucho amor.
EliminarGracias!!! María Border Cuentos me encantoooooooooooo. Te felicito eres una genia escribiendo, siempre desde el primer libro que leí de tu autoría me gustó mucho tu forma de escribir, por eso te acepté como una de mis escritoras preferidas y así seguiré a lo largo de todas tus historias. Te quiero mucho y te deseo lo mejor para toda la vida. Besotes. "¡Felicidades en esta Navidad! Te mereces lo mejor del mundo no solo hoy, sino siempre."
ResponderEliminarAna, querida, es un gusto contar con tu compañía. Gracias a vos por leer. Felices fiestas.
EliminarQue bonito!!, María eres una escritora que lo tienes todo, belleza, intelignecia y corazón, y esto es lo que transmites en tu forma de escribir, me he vuelto a enamorar de Santi y a querrer más a mi cuñado. Gracias por hacerme empezar la navidad con una sonrisa en la cara y en el corazón.
ResponderEliminarFeliz Navidad !!, millones de Besos desde España, Sevilla.
Erika, la preciosa señora Albarracín, mil gracias por leer, gracias por tu simpatía. Felices fiestas.
EliminarQue lindo regalo maria. Muchas muchisimas gracias. Esta realmente hermoso. Es imposible no amar a santiago y franco.
ResponderEliminareres una genia. Bss y muy feliz navidad para ti también
Cynthia, gracias. Muy felices fiestas para vos y los tuyos.
EliminarMe encantoooo!!!
ResponderEliminarQuiero ser Rebeca aunque sea, "el jamón del medio del emparedado Salerno-Albarracín".
Risas, emoción, lágrimas, ternura, no dejo de sentir todas las sensaciones que existen.
Gracias por este regalo amiga, ya estoy lista para esperar la noche buena con una sonrisa en la cara y otra en corazón.
Felicidades, te quiero.
Silvia, mi primer lectora cero, mil gracias por tu amistad. Felices fiestas. (¿El jamón del sándwich Albarracín-Salerno? Yo prefiero ser el jamón del sándwich Malote-Utópico)
EliminarGracias María, por este relato tan bonito, me a emocionado muchísimo, siempre está familia me saca una sonrisa, una lágrima me da muy buenos momentos.
ResponderEliminarFeliz noche buena
Mil gracias por leer Paqui. Gracias por los lindos deseos.
EliminarMuy felices fiestas para vos y los tuyos.
Precioso relato para no olvidar que el amor está ahí siempre, sólo hay que saber verlo. Me encantó recordar a Santiago y a Franco. Felices Fiestas!
ResponderEliminarMuchas gracias querida colega. Gracias por pasar por mi rinconcito.
EliminarFelices fiestas para vos y los tuyos.
Gracias por estos hermosos relatos y por tus dulces palabras.
ResponderEliminarMuy feliz Navidad para vos y los tuyos. Un enorme abrazo.
Muchas gracias Melanie. Felicidades para vos también.
EliminarMuchas gracias por esta perlita =D
ResponderEliminarHey, Claudia. Gracias por pasar por acá a leer.
EliminarFelices fiestas.
Gracias por traermelos de nuevo!!! los extrañaba tanto.... como los quiero!!! Feliz Navidad!!
ResponderEliminarJaja. ¿Extrañabas a estos dos? A lo mejor ahora ya no los reclaman más.
EliminarGracias Gabriela.
Felices fiestas.
Me rei y me emocione.. como siempre border una genia... no pierdo las esperanzas de seguir leyendo mas de ellos y de echenique junior....mil besos
ResponderEliminarMe alegra haber logrado tu sonrisa. No más Mías (lo dejé clarito, clarito, clarito) ¿cachai?
EliminarBesos, gracias por leer y felices fiestas, Silvina.
Gracias, me encantan estos personajes y seguir sabiendo de ellos. Felices fiestas, un beso!
ResponderEliminarGracias por leer Fina. Felices fiestas para vos y los tuyos.
EliminarMaria eres una genia gracias por darnos un poquito más de esos muñecotes que nos regalás que decirte me encanta tus diálogos me encanta ese argentino en la voz de Franco Santiago y sus minones, GRACIASSS A Kiaben por hacerte trabajar es un SOL y solo deciros que os quiero que el amor traspasa el teclado y la pantalla para marcharme allá y poder abrazaros besazos GENIAS
ResponderEliminarTiaré, mi querida rebaná. Millones de gracias por leer, por tu compañía y por tu arte. La buena energía siempre se siente, al igual que el cariño.
EliminarFelices fiestas para vos y los tuyos, sevillana querida.
Precioso....no me canso nunca de leer sobre ellos y me encantan tus historias....yo no kiero pensar k no nos vas a contar mas historias de ellos....espero k mas adelante pues......te lo pienses un pokito y....bueno bueno besotes guapa...gracias por el regalo....
ResponderEliminarLoli, bonita. Gracias por leer, gracias por pasar por mi rinconcito.
EliminarFelices fiestas.
Gracias Maria ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ que regalo tan bueno siempre con estos chicos, mi franquito aunque Viviana y Erika me maten pero tambien es MIO ¡¡¡¡¡¡ gracias por este relato, ya sabes lo que nos gusta que nos cuentes cuentos como este o como el último susurros blues , maravillloso como todo lo que escibees, ahora a esperar a MALOTEEEEEEEEEE ¡¡¡¡
ResponderEliminarMuchas gracias y felices fiestas ¡¡¡¡ te quiere una loca del otro lado del atlántico que espero conocerte algún dia ¡¡¡¡¡ ese es mi sueño.
un abrazo.
Cheti, también quiero conocerte en directo y abrazarnos y reírnos a pata suelta. Gracias a vos por leer.
EliminarEn febrero se viene Malote, a ver cómo te cae ese malo, ojalá te enamore como a mí. Besos y felices fiestas.
sinceramente Maria eres una genia, amo tus personajes y yo quiero que uno de ellos baje por mi chimenea!!!jajaj, besoooo y me encantó
ResponderEliminarGracias, Cecilia. Gracias por leer.
EliminarLindas fiestas para vos y los tuyos.
y la historia de amor anita y nahuel cuando espero de corazon que un dia la escribas te deseo una feliz navidad y que el proximo año nos siga dando tanta felicidad y tengas todo el exito con tus obras futuras te queremos un monton
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Paulita. Felices fiestas para vos también.
EliminarPerfecto Maria, como no podia ser de otra manera, sigo enamorada de Salerno, es desenfadado, divertido, ironico, seductor, guapo......mmmmm, lo mejor de lo mejor sin duda. No sé si alguno lo pueda superar a mis ojos, por ahora ninguno a podido, esperare al malote, a ver si lo consigue. Besos y feliz año nuevo lleno de exitos.
ResponderEliminarMariCarmen, mil gracias por pasar a leer. Muchos besos y felicidad para vos y los tuyos.
EliminarMaria muchísimas gracias por tomarte tu tiempo y darnos este maravilloso regalo de navidad que estimo enormemente!. Feliz Navidad! Besos y abrazos desde Venezuela!
ResponderEliminarMuchas gracias por leerlo, Andreina. Felices fiestas para vos y los tuyos.
EliminarGracias por este magnifico regalo de Navidad, como siempre Franco y Santiago consiguen arrancarme la carcajada con su actitud pomposa y arrogante. Desearte unas felices fiestas y un grandisimo año nuevo.
ResponderEliminarMil gracias, Azul. Lindo año para vos también. Gracias por pasar a leer.
EliminarMe encantó, cómo me reí con este par de dos. Leí que en febrero hay más de ti. Espero y me guste tanto como los Mía.
ResponderEliminarSaludos
Raquel
Muchas gracias, Raquel. Me alegra que te divirtieran. Gracias por leer. Sí, si Dios quiere en febrero se publica Siete motivos para no quererte. Ojalá ese te guste también.
EliminarDiana Cristina Sabadín, quedó recontrapipona leyendo a esta linda gente que me inundó la mente y el corazón durante esta semana. Feliz 2015, y Gracias otra vez María Border.
ResponderEliminarHola María, la verdad entré al blog con intencion de buscar alguna historia nueva, ya que me encantan! Pero me encontré con esta hermosa sorpresa. La verdad que leí varias veces, tanto mia 1 y mia2 y me gustó mucho la mini secuela que escribiste, saber que pasó con este cuarteto y sus hijitos, ojalá que para otra fecha puedas escribir más sobre ellos, son historias muy contemporáneas y frescas, me maté de risa leyendo la secuela sobre todo franco y adriana con nahuel. Muchas muchas gracias. Saludos. Melina
ResponderEliminarGracias Maria!!! recien hoy lo descubro, muy lindo, me encanta saber de ellos, como siguen sus vidas, quiero maaaaas siempre quiero mas ya lo sabes jajajajajajajaja Amo a Sanitago!!! Besos
ResponderEliminarHola, Maria soy de las lectoras que les gusta releer sus libros favoritos y me encantaría saber si sacaras el relato en algún formato para poder llevarlo en el ebook junto con el resto de la saga y así no tener que venir a la pagina cada vez que quiera releer la historia.
ResponderEliminargracias! muchas gracias! Igual siempre quedan ganas de saber de franco y adriana y de santiago y miranda. Son muy adictivos. Es una gran historia.
ResponderEliminarHola María! Amo estás dos historias, amo los personajes, lo frescos y cotidianos que son. Me encanta cada tanto volver a leerlas. Sé que dijiste que este era el fin definitivo, pero podrías hacer un relato como este para saber más de ellos en el tiempo? Es sólo un pedido desde el más profundo respeto,espero no incomodarte. Muero por ver a Santiago y Franco celosos de sus nenas jaja. Muchas gracias y leeré la última historia que sacaste. Saludos!
ResponderEliminarMuy bello el relato!!!! Pero insisto , Echenique merece su historia. Te debes a tu público María. O querés q Albarracín y Salerno te abran un sumario??? Pensalo!!!
ResponderEliminarHola maría me encanto la historia de estos dos abogados!!!!!!!!!! Creo que tanto Rebeca como Carlos Echenique necesitan su historia!!!!! podría se juntos....
ResponderEliminarMe alegra saber que te gustó. Perdón por no responder antes, recién ahora me lo permite la página.
EliminarDefinitivamente tanto Albarracín y Salerno padre e hijo son mis dioses del Olimpo... Amé estás historias y siempre se quiere más!
ResponderEliminar